
La primera vez que le vi llevaba una bata blanca y casco de protección 
que casi cubría sus ojos.
Recuerdo que fue en el central Caracas, del municipio cienfueguero de 
Lajas, donde realizaba el chequeo pre zafra a los trabajadores de la 
industria.
Han pasado algunos meses y hoy cuando revisaba mi Factbook, encontré la 
solicitud de amistad de Rubén Carballo.
En ese instante no reconocí de quien se trataba, pero acepté.
Casi al concluir mi jornada de trabajo, recibí su primer mensaje y 
decía:
Periodista, cuénteme de mi pueblo y su gente, dígame si ha vuelto por 
el ingenio Caracas y hábleme de sus trabajadores.
Con rapidez reconocí en sus preguntas aquel abnegado enfermero 
encargado de la salud de los obreros en el municipio antes de que 
arrancara cada contienda azucarera.
Pero al continuar leyendo me invadió la tristeza
Cuando convivimos fuera de la patria en países como Conakry nos damos 
cuenta una ves más del valor de nuestro sistema de salud pública, 
incomparable, maravilloso, con todos los defectos que sabemos puede 
tener.
Es difícil y peligroso el trabajo aquí, tenemos que protegernos de un 
enemigo invisible, tengan confianza en nosotros, pues llegaremos a la 
patria sanos y a salvo con la misión cumplida.
Jamás sentí tanto orgullo de ser cubana y en especial lajera. 
En el resto de la conversación viví cada paso de su vestido y 
desvestido, del calor del traje, sentí el olor a cloro de la 
disinfestación y su cambio de guantes tras cada proceder.
Tuve ganas de gritarle que volviera 
Pero percibí su alegría cuando me explicaba a cuantos pacientes había 
detectado el virus a tiempo, impidiendo que destruyera sus órganos y 
que hoy tenían una alta posibilidad de vivir
El virus es mortífero pero la desgracia es de estas personas es que no 
tienen un sistema de salud como el nuestro.
Y entonces callé
Tal como me lo pidiera lleve a su familia estas palabras.
Dile a mi familia y a todos los lajeros que no se preocupen que dentro 
del traje siento el calor  de todos ustedes y me da fuerza para seguir 
luchando y lograr que esta epidemia no llegue al Caribe, a nuestra 
cuba, confíen en nosotros.
 Rubén es el padre de una joven a la cual hace poco entreviste, 
estudiante de las  Ciencias Biológicas, quizás para seguir sus pasos.
Profesionales formados por el sistema social cubano.
Únicos seres humanos en el mundo con tantos principios y valores.
Mucha suerte hermano y no se preocupe que aquí,  el pueblo de Santa 
Isabel de las Lajas, su familia y los trabajadores del central lo 
esperan.
 Regresará a la patria con el mayor de los premios, y ese será,  la 
satisfacción del deber cumplido.
Estas fueron las últimas palabras de nuestra conversación, desde 
entonces busco sus mensajes, y a través  de ellos conozco sus vivencias 
y me muestra fotos.   
 Mientras espero confiada volver a verle con la bata blanca y el casco 
de protección que casi cubre sus ojos.